22 de marzo de 2013

Empezando con mala mano

Esta semana ha empezado la tan esperada primavera! Nosotros, por eso, la hemos empezado con mal pie, o con mala mano...

Júlia corría por casa, la otra tarde, gateando como siempre de arriba a abajo. Llamaron a la puerta, era mi padre que nos hacía una visita después de dos semanas de viaje sin ver a los peques. Esa tarde yo estaba muy liada con mis cosas y aunque tenía a Júlia controlada me despisté un segundo y se acercó demasiado a la puerta justo en el momento en el que mi padre la abría desde fuera. Tres deditos, que aunque regordetes muy pequeñitos, fueron pillados por la enorme puerta de entrada! Pobrecita, no podía parar de llorar. Le sumergí la mano entera en agua fría pero aún le dolía más. El único consuelo en ese momento era abrazarla suave y besarla. La tuve un rato en brazos hasta que conseguí se calmara más o menos.  Una de sus pequeñas uñas se volvía negra al momento. Entre todos y como pudimos le hicimos mover los dedos para saber si había algo roto. Parecía que ya no lloraba, así que nos relajamos al ver que la cosa no iba a más.
Esa noche durmió profundamente, entre el susto, el dolor y los lloros quedó destrozada.

No somos padres primerizos, tenemos ya una experiencia de seis años con enfermedades, caídas, golpes y demás disgustos. Edu sabe mantener la calma en estas situaciones. Yo he ido aprendiendo con el tiempo, pero aún no lo controlo del todo.
Esa tarde decidimos no llevarla al médico porque parecía un golpe y ya está, no vimos nada más.

Al día siguiente todos seguimos con nuestro ritmo habitual. Marçal en el cole, Edu trabajando, yo con mis cosas y Júlia no se quejaba. Después de la siesta se levantó con los deditos muy hinchados y rojos y la mano muy caliente. En ese momento, sí me entró el pánico. Mientras hacía varias llamadas, a urgencias, al pediatra, a Edu..., le di la merienda a Júlia. No se como no le sentó mal, las cucharadas de fruta triturada entraban en su boca a la velocidad del rayo!
Nos pusimos zapatos, anulé todos mis planes de esa tarde y nos fuimos a urgencias!

La tarde fue larga, ya sabéis lo que significa ir a urgencias; la espera, la visita con el pediatra, la espera, la radiografía, la espera otra vez, la visita con el pediatra...

Marçal nunca ha llorado en la consulta del médico, es más, a veces le tengo que pedir que se calle, les cuenta su vida entera y les pregunta mil cosas mientras ellos tratan de examinarlo. Júlia, en cambio, le tiene auténtico terror a las camillas y las batas blancas. Podría ser la secuela de sus primeros días de vida entre tubos, médicos, y mil pruebas.

El peor momento de la tarde fue durante la radiografía. Júlia en mis brazos, bueno, en un brazo, mientras con el otro le sujetaba su diminuta mano encima de esa cama metálica y fría. Encima llevábamos una especia de bata pesada difícil de sujetar para cubrirnos de la radiación que no creo hiciera mucho su trabajo. Júlia gritaba mucho, y subía aún más el volumen cada vez que la pobre radióloga se acercaba a colocar su mano en el sitio adecuado. Fue todo un drama y el resultado fue este:


Un mezcla de dedos minúsculos, imposible de mantener inmóviles, con dedos grandes que intentaban no hacerle daño y a la vez sujetarla con fuerza. A mi juicio muy difícil de interpretar...

El resultado de todo esto? una fisura en un hueso.
Al ser la última falange no hay que inmovilizar, así que, una cremita antiinflamatoria tres veces al día y en unos días revisión con el traumatólogo. La uña seguramente le caerá y le crecerá una nueva y el hueso curará solo, no afectará a su crecimiento normal.

Nada grave, al fin. Pero el susto y el mal rato nos lo llevamos todos.
Júlia está bien, simpática y ruidosa como siempre, no se queja nada. Es sorprendente el umbral del dolor que tienen los bebés.



Así que este fin de semana, disfrutaremos de nuestros días en familia como cualquier otro fin de semana.
Además, inicio de vacaciones para Marçal!! Habrá que pensar en cosas para hacer!!

Feliz fin de semana!!
Besitos!!

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